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sábado, 26 de julio de 2014

Encuentro con amigos.

En días pasados tuve la oportunidad de viajar a México, y como dicen los apóstoles de la Ley de la atracción, el universo conspiro para que se diera una reunión con amigos de hace muchos años, que conste que no dije viejos amigos por que pudiera también interpretase como amigos viejos y aunque somos todos de la misma generación,  a unos más que a otros se nos ha acumulado la experiencia y lo peor es que se nos nota, aunque haciendo justicia, algo tienen las mujeres de este grupo de amigos que por ellas no pasan los años y representan un ancla a otros tiempos,  por lo cual estoy agradecido.
Fue una reunión que transcurrió como agua de un rio, las horas se hicieron minutos y como en antaño cuando las reuniones se hacían cada fin de semana, pronto nos dieron  las 10 las 11 la 1 las 2 y las 3 (perdón pero la referencia a Sabina estaba puesta).
En este tiempo, apenas pudimos actualizarnos con preguntas como; ¿Que estás haciendo ahora? ¿Cómo está tu mama?  ¿Y tú abuelita?, se hizo el pase de lista y se extrañó a los ausentes, hubo chistes nuevos y clásicos, afloraron los recuerdos, como aquel que me quedo como tatuaje “¿y que, te sientes muy macho?” y que siempre desde hace más de 20 años lo cuenta el gordo con el mismo tono y a todo volumen, como para que llegue hasta Acapulco, el lugar donde este recuerdo nació.
Pasó lo que en esta clase de reuniones suele pasar, esas cosas que estando cada quien por nuestro lado no tendrían gran trascendencia pero estando juntos se convierten automáticamente en anécdotas, listas para ser contadas en la reunión que venga. Y es que, ¿en qué momento se le ocurrió salir a ese pequeño ratoncito?, justo para ser observado por Lorena ¿o fue Gloria? Lo cierto es que eso basto para que la cacería se organizara, cacería en la que hasta los niños participaron con sus gritos y sus porras, pobre ratoncito, al final dio su vida para brindarnos unos minutos de entretenimiento viendo a Jaime y Charlie jugar bádminton con escobas como raquetas y el ratón como gallito.
También hubo invitados nuevos, invitados que nunca nos habían visto juntos, que cada uno de nosotros llevo y que aunque haya quien se niegue a creerlo son indispensables hoy día, y así salieron a relucir los teléfonos que no son teléfonos como aquellos que teníamos la última vez que nos reunimos, estos son “inteligentes” y fue así que haciendo honor a su mote supieron como tenernos por momentos pegados a sus pantallitas, pero también sirvieron al noble propósito de guardar para la posteridad nuestro encuentro, compartirlo en el Face y reírnos del resultado.

De esta reunión solo me arrepiento de dos cosas, no haber ido con Rosa y con Santi y no haber tomado fotos a todos los niños juntos, pero tengo la esperanza de que estemos todos juntos otra vez muy pronto,(pero que sea en una playa ¿no?).