Ayer por la noche me sentía verdaderamente cansado, tanto
que abandone el plan de ver una buena película hasta las 12 o una de la
madrugada por lo que solo me basto con poner la cabeza en la almohada y en ese mismo
instante me perdí en el mundo de los sueños.
Todo hubiera estado muy bien de no ser porque para mí mala
suerte me la pase soñando con dientes toda la noche (o al menos la parte que se
dice que podemos recordar de la etapa de sueño) además fueron esa clase de
sueños en que las situaciones cambian pero el resultado es siempre el mismo, en
este caso, dientes y dientes que se caen.
Ahora puedo decir que quizá sea que
durante el día escuche una entrevista a una doctora que algo hablo de los
dientes, aunque lo más seguro es que se deba a que me miro en el espejo y lo
primero que veo es el hueco que hasta hace una semana ocupaba un premolar en mi
boca y que hoy siento todavía cuando tengo la boca cerrada, me imagino que algo
así como lo que sienten los que pierden una extremidad y aseguran que pueden
sentir que aun la tienen y hasta que la pueden mover.
De todos los eventos traumáticos que una persona puede
experimentar en su vida, la pérdida de un diente suele ser el más
menospreciado, cuando en realidad es un asunto que trasciende las barreras de
lo físico y puede llegar a convertirse en un auténtico trauma, más aun cuando
el diente de a lado estuvo a punto de correr con la misma suerte de no ser por
las palabras que mi dentista me dedico hasta convencerme de conservarlo vía la
endodoncia y posterior colocación de poste seguido del necesario en este caso
alargamiento de corona e instalación de la corona misma, procedimiento por el
que además de sangrar profusamente por las encías también lo hice por la
cartera, tanto que fue ahí que cobro sentido la insistencia de mi dentista para
que accediera a ese procedimiento.
Cuando pierdes un diente en la edad adulta, no puedes evitar
recordar lo maravilloso que era perder un diente en la infancia, más allá de
por no tener que preocuparte por lucir un espacio vacío en la boca ya que también
sabes que pronto ese espacio será llenado por un nuevo y reluciente diente,
pero sobre todo por la idea de que existe un ratón que por extrañas causas le apasiona
tanto tener dientes de niños que hasta es capaz de pagar por ellos, asunto por demás
escalofriante y extraño, considerando que la mayoría de los ratones que conozco
simplemente toman lo que les interesa y no andan dejando monedas por aquello
que tomaron sin permiso.
Si tuviera que creer que soñar con los dientes que se caen
no tiene nada que ver con los acontecimientos que se viven en el transcurso del
día y me inclinara a pensar que estos sueños tienen un significado oculto y al
cual debes poner atención, entonces si estaría por completo en el hoyo, como si
no bastara con sonreír y parecer la chilindrina tengo ahora que preocuparme con
que según los “expertos” en el estudio de los sueños el que se te caiga un
diente significa que estoy lleno de miedos e inseguridades por cambios en mi
vida que se han dado de manera reciente, o que me siento insatisfecho con
alguna decisión que he tomado recientemente, o la nada agradable idea de que
estoy envejeciendo más rápido de lo que quisiera, lo cierto es que ninguna de
estas interpretaciones me ayuda ni consiente ni inconscientemente, aunque también
existe la versión de que soñar con dientes que se caen simboliza crecimiento
personal o de un deseo inconsciente por regresar a la infancia lo que visto en
perspectiva no es tan malo, aunque no niego que más me hubiera gustado leer que
soñar con perder dientes significa que estoy a punto de sacarme el melate o ya
de perdida los pronósticos deportivos que religiosamente compro cada semana.
Y ya ni para comentar lo que Freud dice sobre el soñar con
perder dientes y que es:
Miedo a la castración.
Ansiedad en el ámbito sexual.
Represión sexual.
Deseo subconsciente
de practicar más sexo (¡por fin le atino Mr. Freud!).
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